Elisa Palomino se ha decantado esta vez por una estética marcada por rostros pálidos, tejidos etéreos y delicados estampados. Su punto de inspiración ha sido Sada Yacco, la primera actriz japonesa que fué además musa de los pintores del impresionismo del siglo XX.
El desfile marcaba una clara tendencia de contrastes, las prendas de abrigo abultadas y voluminosas frente a vestidos fluidos, frágiles y muy ligeros.
Se podían diferenciar tres líneas de diseño basadas en la gama cromática.
Una de las líneas del desfile iba enmarcada en negro, en ella hemos visto quimonos con coloridas flores y los clásicos LBD en cuero, con tejidos calados o flecos.
Mención especial para los altísimos botines negros con flores estampadas o al tobillo. Por otro lado, las modelos han lucido unos tocados impresionantes sobre cardados XXL que asemejaban formas de arbol o arbusto.
Otra de las líneas del desfile ha ido marcada por los tonos ocres, en ella se han visto vestidos de corte vaporoso y etéreo mezclados con ante, terciopelos y lana. Mención especial para las originales diademas de las modelos, realizadas en piel de zorro.
Hubo una tercera línea que se movía en la gama de los rosas y blancos. Presentaba unos vestidos que reinventaban el concepto de quimono con escotes en la espalda, flecos, volantes, flores y pompones.
Los abrigos de piel; destaca especialmente el zorro blanco.
Fotos: Elle