El paso del tiempo afecta a la apariencia de nuestro cuerpo, siendo la piel una de las zonas donde más se puede observar este cambio. Comprender esto es fundamental para poder adoptar las estrategias de cuidado adecuadas.
Los cambios en la dermis a los 50 años requieren una atención especial en la rutina de cuidado facial que seguimos a diario: “Debemos incorporar productos que estimulen la producción de colágeno, que hidraten profundamente, que mejoren la circulación y que traten la hiperpigmentación para mantener la tez lo más saludable y rejuvenecida posible” – nos cuenta Esperanza Sáenz, de la firma Nezeni Cosmetics.
Uno de los cambios más notables es la reducción de colágeno y elastina. La dermis es rica en ambas proteínas que proporcionan estructura y elasticidad a la piel, y su producción natural disminuye según vamos cumpliendo más años, lo que se traduce en una tez más flácida y en la aparición de líneas finas y arrugas. También disminuye su hidratación por culpa principalmente de los cambios hormonales: “En mujeres postmenopáusicas pueden reducir la capacidad de la piel para retener la humedad. Esto resulta en un cutis más seco y a menudo más sensible. La disminución de los ácidos grasos naturales en la dermis también contribuye a la sequedad y a la disminución de la barrera protectora cutánea” – nos explica Esperanza Sáenz. Por otra parte, se reduce considerablemente el flujo sanguíneo. Con la edad, la circulación en la dermis puede disminuir, lo que afecta la eficacia en el transporte de nutrientes y oxigeno a la piel dando como resultado una tez más opaca y una capacidad menor de regeneración: “La apariciónde manchas por la exposición acumulada al sol y otros factores ambientales se deben también a una producción irregular de melanina a partir de esta edad, así como ocurre con la textura, pues se combina la pérdida de elastina y colágeno con la sequedad y los cambios de pigmentación que hacen que veamos y notemos la piel más áspera y menos uniforme”.