De toda la vida de Dios, lo de personalizar la ropa se ha llevado. Desde los tiempos de Maricastaña. Porque todas somos coquetas y nos gusta tener prendas que sean únicas, irrepetibles e inigualables. Y cogíamos hilo y tijeras y cual Marge Simpsons en el episodio del traje de Chanel, nos hacíamos unos modelitos que pa’ qué.
Ahora, con el tema de ponerle nombre a todo – y si es en inglés, mucho mejor – resulta que esta práctica tan antigua tiene nombre. Así que para que no te pierdas en los términos de la moda, te vamos a explicar un poco en qué consiste exactamente y cómo se llama.
Al principio fue el do it yourself, o DIY, o, en román paladino, «hazlo tú mismo«. Y más claro agua, ¿no? Tú «customizabas» – qué poco me gusta esa palabra – o «tuneabas» – uff, peor aún – tus propias prendas de ropa y quedaban de lo más cool. Muy chic. Muy «demasié», como se decía antes.
Pues ahora no. Ahora si dices eso de DIY ya te has quedado anticuada. Porque ahora se llama «cut-off«. Que no es más que eso de coger las tijeras, cortar una prenda, añadir un retal por aquí, una puntadita por allí, y listo. Una prenda perfecta para salir a la calle y que todos te miren. Lo que para nuestras abuelas era, simple y llanamente, corte y confección.
También hay otro término parecido llamado «cut-out» que se refiere, sobre todo, al tijeretazo. Eso que todos hemos hecho de convertir unos vaqueros en unos shorts o una camiseta de mangas cortas en una de tirantes. También hay firn adaptado este estilo para darnos unas prendas en las que se enseña más de lo que se debería.
Aunque al final, ambos palabros se usan indistintamente de forma errónea. Así que ya sabes, no le tengas miedo a los anglicismos… ¡ o no estarás a la moda!