Vivimos en una sociedad donde vamos corriendo a todas partes. Este hecho hace que en muchas ocasiones suframos episodios de estrés que pueden afectar a nuestro organismos provocando situaciones anómalas. Por ejemplo, producir la caída del cabello en exceso, llamada alopecia nerviosa tal y como comentan desde el Hospital Capilar.
Es importante saber que la salud de nuestro cabello está directamente ligada a nuestro estado de ánimo, por lo que cualquier momento de ansiedad o estrés puede provocar una respuesta inflamatoria en el pelo y generar una mayor cantidad de la hormona llamada cortisol. Este aumento debilita el folículo piloso, lo que se traduce en la caída del cabello.
Situación más común entre la población
Este tipo de caída es una de las más comunes, ya que cuatro de cada diez españoles sufren estrés de manera frecuente o continuada, una cifra que ha continuado aumentándose desde el inicio de la pandemia debido a la tensión emocional que padecemos. Aunque todos los tipos de alopecia pueden incrementarse por la influencia del estrés, la caída más relacionada con el mismo suele ser el efluvio telógeno o alopecia nerviosa, que se caracteriza por alterar el ciclo vital de los folículos pilosos, haciendo que estos pasen de una fase en crecimiento a una en reposo y que, por tanto, el pelo se debilite y su pérdida se haga evidente; además de provocar un aumento de la secreción por parte de la glándula sebácea del cuero cabelludo.
“El ciclo de crecimiento del pelo consta de tres partes, la fase anágena, en la que el cabello crece, la fase catágena o de transición y la fase telógena, donde comienza a crearse de nuevo el folículo piloso tras la caída del cabello. Cuando experimentamos un episodio de estrés, se produce un trastorno en estos ciclos, produciéndose una liberación inmediata de la fase anágena, es decir, el paso abrupto y sincrónico de, al menos, un 20% de pelos de fase anágena a telógena”, detalla el doctor Carlos Gómez.
A pesar de que el estrés se sitúa como el desencadenante principal de la alopecia nerviosa, haciendo posible que hasta el 70% del pelo se desprenda en grandes cantidades, también existen otros factores que propician esta caída, como los cambios estacionales o climáticos, seguir dietas extremas, descuidar la ingesta de hierro o el inicio de tratamientos como el Minoxidil, así como diferentes trastornos hormonales como las alteraciones tiroideas, la disminución de los niveles de estrógeno después del parto o, incluso, la menopausia o menstruación.
Sin embargo, la alopecia por estrés es temporal y reversible, lo que significa que el pelo recuperará sus ciclos normales cuando cesen los episodios de ansiedad y el cabello comenzará a crecer de nuevo con normalidad. “Al contrario de lo que ocurre en los casos de alopecia areata, la caída de cabello por estrés no supone un daño definitivo en el cuero cabelludo, por lo que se estabilizará la caída cuando el agente causante se resuelva”, recalcan desde Hospital Capilar.
Para combatir la pérdida capilar nerviosa que el estrés lleva consigo, los expertos recomiendan llevar una dieta equilibrada, sin carencia de vitaminas ni oligoelementos, dormir al menos siete horas diarias, masajear el cuero cabelludo con el fin de aumentar el flujo sanguíneo de la zona, o practicar deporte con asiduidad para aumentar los niveles de endorfina; así como llevar a cabo técnicas que contribuyan a la relajación o centrarse en hobbies o aficiones que hagan que los síntomas de este problema sean menores.
Por último, en lo que respecta a los tratamientos a seguir para frenar la caída del cabello por estrés, el doctor Gómez señala que “se deben utilizar terapias farmacológicas combinadas con Plasma Rico en Plaquetas para oxigenar el cuero cabelludo, así como suplementos alimenticios para su control, dependiendo de la gravedad de cada caso”.