El cuarto día de la Semana de la Moda de París dio paso a la teatralidad de Jean Paul Gautier y su colección de otoño / invierno.
En una escena típicamente parisina, de garçonnes fumando cigarros en vestimentas andróginas, Gaultier nos convirtió en los eternos voyeuristas de su estética del deseo.
Trajes masculinos se sujetaban al cuerpo con arneses o tirantes que llegaban hasta las rodillas. Vestidos con mangas de chiffon o tiras cruzadas en el frente se combinaron con antifaces y capuchas con aberturas forradas en PVC transparentes.
La seducción de Gaultier se tradujo en medias de red, altas botas de cuero y modelos arrojando dólares a la audiencia, haciendo del sexo una verdadera herramienta de poder.
Chaquetas de cuero y de terciopelo, gabardinas transparentes y abrigos de piel entallados desfilaron por la pasarela parisina, acompañando una austera silueta de los años 40.
La paleta de colores fue predominantemente negra, convirtiendo al color en la safe word que otorgó descanso al juego fetichista con destellos azules, blancos y rojos.
La escena de dos modelos luchando con barro, agua y mechas de cabello postizo cerró el espectáculo, dando paso a la ovación de uno de los diseñadores más conceptuales y atrevidos de la historia.