A la hora de someter nuestra piel a cualquier tipo de tratamiento, es fundamental conocer el tipo para elegir los productos adecuados. Si no lo hacemos de esta forma, podemos conseguir resultado muy diferentes a los esperados. En este sentido, la piel grasa es uno de los tipos que más quebraderos de cabeza da tanto a los hombres como a las mujeres.
El exceso de grasa puede ser debido a una gran variedad de factores entre los que se encuentran una alimentación inadecuada basada en el consumo de grasas saturadas, causas genéticas, hereditarias, desarreglos hormonales o por estados de estrés. Todo esto desemboca en una piel grasienta que se distingue por tener un aspecto brillante.
Piel grasa muy presente entre los jóvenes
Un tipo de piel habitual, sobre todo, en adolescentes o en jóvenes menores de 30 años (al menos con mayor intensidad), ya que es durante estos años cuando el cuerpo humano experimenta más cambios a nivel hormonal, lo que hace que la piel se resienta mostrando alteraciones cutáneas. En todo caso, si no cuidamos correctamente el cutis durante este período, es muy probable que el exceso de grasa permanezca durante mucho más tiempo. Si bien es cierto que, con los años, el exceso de sebo se va normalizando y finalmente se concentra en la zona T del rostro –frente, nariz y barbilla–, de forma que resulta más fácil controlarlo. Salvo para los hombres, es muy posible que el problema perdure durante más tiempo, ya que la testosterona es una de las responsables de la hipersecreción sebácea, –de ahí que la piel masculina tenga más tendencia al exceso de sebo–, con lo cual cuesta más erradicar sus efectos.
Además de la limpieza, y en contra de lo que muchos creen, la piel grasa necesita hidratación. Es fundamental que utilicemos cremas que nos ayudarán a controlar los brillos, difuminar los poros y evitar los granos. “No hay que confundir el sebo o la grasa con la hidratación de la piel. Una piel grasa que está bien hidratada suele ser preciosa”, asegura Natalia Olmo, experta en cosmética natural y fundadora de la firma Maminat, que apunta “Las pieles grasas deben hidratarse la piel con productos específicos para ese tipo de dermis”.
¿Qué sucede cuando la piel no se hidrata adecuadamente?
Pues que, para compensar la falta hídrica, produce más grasa. Cuando la piel está bien hidratada, se forma una capa protectora contra las agresiones externas como el sol, el viento, el frío o la contaminación, reduciendo así la necesidad de producir más sebo para cumplir con la importante función protectora.
La hidratación es fundamental en cualquier tipo de piel, pero especialmente si hablamos de pieles grasas. Conviene optar por una crema no comedogénica y que incluya aceites vegetales en su formulación, como la crema facial hidratante para pieles grasas de Maminat, que hidrata, calma, ayuda a controlar el exceso de sebo y reduce visiblemente la sequedad y el enrojecimiento. Contiene aloe vera, que sirve para reducir la inflamación, las cicatrices y los signos del acné y tiene efectos muy hidratantes para la piel; vitamina E, un poderoso antioxidante natural; y aceites de sésamo, ricino, oliva y de almendras dulces, con propiedades regeneradoras, antiinflamatorias y antibacterianas.