Por qué no es lo mismo usar una máquina de bronceado que tomar el sol

Los efectos peligrosos de la exposición a la radiación ultravioleta artificial han sido reconocidos y publicados en varios informes de organismos internacionales en los últimos años.

También se han publicado en las últimas décadas mediciones de la emisión de las máquinas de bronceado en todo el mundo en los que encuentran máquinas que emiten por encima de los límites requeridos por la normativa europea, con el consiguiente riesgo añadido para la salud de los consumidores.

¿Tan diferentes son las máquinas de bronceado de la luz natural del sol? ¿Debemos considerarlas peligrosas?

Por qué nos ponemos morenos al recibir radiación ultravioleta

El aumento de la pigmentación se produce porque el UVB aumenta la producción de melanosomas por parte de unas células llamadas melanocitos. El proceso es conocido como melanogénesis, y se trata de una respuesta directa al daño producido en el ADN por los rayos ultravioleta B para proteger a la piel frente a irradiaciones posteriores.

tabla rayos uv

Los rayos ultravioleta A producen especies reactivas de oxígeno (ROS) que alteran el colágeno produciendo fotoenvejecimiento y, a más largo plazo, fotocarcinogénesis y melanogénesis hasta las primeras capas de la dermis.

Se puede hablar de dos tipos de pigmentación que se producen en la piel humana en diferentes momentos tras recibir radiación ultravioleta: la pigmentación indirecta o inmediata y pigmentación directa o tardía.

La pigmentación inmediata es proporcional a la cantidad de rayos UVA y a la cantidad de melanina existente, cuya formación representa una verdadera protección de la piel. Suele presentarse a los 5-10 minutos y alcanza un máximo a los 60-90 minutos.

La pigmentación o bronceado tardío se hace visible 72 horas tras la exposición al UVB y perdura durante días a semanas. De ello podemos deducir que el color que se tienen al salir de un solárium no es el resultado definitivo de la sesión de bronceado, que se percibirá varios días después.

Explicado de una manera sencilla, el UVB define cuánta melanina se produce. A mayor cantidad de radiación recibida, mayor cantidad de melanina se genera. El UVA es el responsable del color de la melanina.

Debido a ello, podemos llegar a dos conclusiones. Cuanto mayor daño reciba nuestra piel, más morenos nos pondremos. Y no es posible ponerse moreno sin recibir UVB y UVA. Esto es así tanto si nos exponemos a los rayos ultravioletas del sol como a los emitidos por una máquina de bronceado.

Qué emiten las máquinas de bronceados

Tras lo explicado en el apartado anterior se puede decir que es incorrecto llamarlas máquinas de rayos UVA ya que también emiten, indispensablemente, UVB. Las máquinas emisoras de rayos ultravioleta son aparatos eléctricos y, como tales, su regulación y control se establece en la norma europea UNE EN 60335 “Seguridad de los aparatos electrodomésticos y análogos” (en su Parte 2-27 “Requisitos específicos para los aparatos destinados a la exposición de la piel a las radiaciones ultravioletas e infrarrojas”).

El tiempo de exposición ha de calcularlo el manipulador de la máquina a partir de la irradiancia medida al realizar la inspección de control y la dosis eritemática mínima (MED) por fototipo de la persona con la siguiente fórmula:

(DEM específico por cada fototipo)/(Irradiancia efectiva x 60) = Tiempo (Min.)

Hay un DEM diferente en función del fototipo estandarizado. La irradiancia (radiación que se recibe) de los solárium no ha de ser superior a 0,3 W/m2. La comunidad europea fijó este valor máximo de ultravioleta que se puede recibir en un solárium al ser la radiación ultravioleta máxima que se puede recibir en Europa, concretamente en las Islas Canarias al mediodía solar de un día de verano aproximadamente.

Comparativa de emisión de máquinas de bronceado y el sol

En la imagen que se muestra a continuación se puede ver la radiación solar que deja pasar la capa de ozono desde el UVB (extremo de la izquierda) hasta el infrarrojo próximo (IRA ó NIR), en el extremo de la derecha. En la imagen superior derecha está superpuesta la emisión de una máquina de bronceado (azul) con la imagen de la distribución espectral solar (marrón). Emiten más UVA que el sol. Han de emitir menos UVB, si cumplen la normativa vigente.

Hay dos tipos de emisores artificiales de radiación ultravioleta: los tubos de vapor de mercurio y las lámparas de alta presión. En función de la proporción de UVB y la proporción de UVA en uno o varios picos de emisión, cada “máquina de bronceado” dará diferentes resultados de tonalidad de la piel.

La diferencia más significativa entre los dos tipos de emisores es que las lámparas de alta presión emiten más UVA que los tubos de vapor de mercurio. Como consecuencia, la piel se irrita más, se eritematiza más visiblemente de manera inmediata.

Debido a ello, uno se ve “con más color” tras una sesión con lámparas de alta presión pero realmente no se está “más moreno”. Son las lámparas preferidas por los tanoréxicos (soldependientes) ya que sobre su color máximo de bronceado en función de su fototipo, que ya no es posible que se incremente, aprecian más color al salir de la máquina pero realmente es eritema que bajará unas horas después.

¿Hay algún tipo de control de las máquinas de bronceado?

En el año 2002 entró en vigor en España el Real Decreto 1002/2002, desarrollado a partir de la norma EN 60335-2-27, por el que se regula el uso de aparatos de bronceado de rayos ultravioleta (UV) en establecimientos no sanitarios.

Su uso está prohibido en Australia y Brasil, y regulado en Irlanda, Francia y Alemania entre otros. Pero probablemente España tiene la normativa más estricta de los países en los que está permitido su uso. Esto es debido a que se requieren inspecciones realizadas por laboratorios de ensayo acreditados con espectrorradiómetros, que son capaces de medir los bajísimos niveles de UVB a los que es sensible la piel humana sea cual sea su origen.

Dichas inspecciones se han de realizar obligatoriamente cada año y cada vez que se cambien los tubos de una máquina. Nuevos tubos puede significar diferente emisión de radiación ultravioleta en ambos rangos y, por tanto, diferentes tiempos de sesión para cada persona en función de su fototipo.

Si el resultado de la medición de la máquina excede el máximo permitido por la normativa europea y española en el rango de UVB y de UVA + UVB, se ha de precintar. No estará permitido su uso hasta que se cambien dichos tubos por otros que cumplan la normativa vigente.

Requisitos de un centro de bronceado

  • En la máquina de bronceado ha de haber una etiqueta pegada en un lugar visible en la que se pueda observar que ha pasado la revisión anual por un organismo autorizado. En España son de diferentes colores y tamaños en función de la comunidad autónoma.
Etiqueta de control de Castilla La Mancha
Etiqueta de control de Castilla-La Mancha.
  • La persona responsable de la máquina ha de haber realizado un curso oficial de manipulado de máquinas de bronceado y estar visible el documento acreditativo.
  • La primera vez que se vaya a un centro se ha de firmar un reconocimiento informado en el que se comunican los riesgos para la piel y los ojos, fármacos contraindicados, que está prohibida la entrada a menores de edad y no está recomendado para embarazadas.
  • El personal autorizado ha de rellenar, cada vez que se acuda a una sesión, una hoja de seguimiento personalizada en la que se anota el tiempo de exposición de cada día. Esta hoja sirve para tener controlado que una persona solo puede someterse a una sesión por día.

En cualquier caso, aunque las máquinas de bronceado emiten más UVA y menos UVB que el sol, no consideramos que las máquinas de bronceado resulten más peligrosas que la luz solar siempre y cuando se cumplan los requisitos exigidos en España a partir de la normativa europea correspondiente.

El daño que reciba nuestra piel dependerá de la cantidad de rayos ultravioleta que reciba de manera acumulativa, en función de su fototipo e independientemente de su origen natural o artificial. La ciudadanía se ha de concienciar y tener cuidado con la radiación ultravioleta que reciba.

The authors do not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and have disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.

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