Rodarte en esta oportunidad, mostraron siluetas que eran muy familiares, con prendas de vestir confeccionadas en géneros de punto, impresiones, drapeados, y pastiche que en Mulleavys se ha refinado temporada tras temporada.
El toque envejecido siempre estuvo presente, con ropa pintada, quemada, destrozada, lijada y destruida que rescata restos de los cuadros grunge, de plásticos, gasas, telas de lana arañada, cristales, macramé, cuero y mucho más.
La idea de crear una marca extraña y aún sobre esta extrañeza mantener la belleza, fue el tema central de esta colección, y fue más lejos aún con una noción banal de lo que son las modas tribales.
Los colores tierra son los que más se vieron en esta colección, los vestidos drapeados recuerdan un poco a la serie de los picapiedras, aunque tienen a su favor el haber sido diseñados para salir a la calle, para que los lleve la mujer común y corriente.
Vía: style